sábado, 20 de abril de 2013

LA VIRGEN DE LA BUENA LECHE. EL Greco. 1595. Museo de Tavera. Toledo.



Esta Sagrada Familia con Santa Ana, que ahora comentamos, pertenece al Hospital de San Juan Bautista (Hospital de Afuera o Tavera), al menos desde 1631. De esta fecha, data el primer inventario en el que aparece citada como donación de Teresa de Aguilera, viuda de Alonso Capoche. Es una obra de extraordinaria calidad artística realizada, según la mayoría de los historiadores, hacia 159

Desde un punto de vista iconográfico, la Virgen representada es la Virgen de la buena leche. La escena muestra al mismo tiempo, ya fuera en Nazareth o durante la estancia en Egipto, provocada por la matanza de los inocentes y la huída a Egipto, a una madre que da el pecho a un niño Jesús completamente desnudo, evidenciando con su carácter sexuado su naturaleza humana y no solamente divina. En un plano iconológico, se le podría conferir a esta escena un significado simbólico doble; la Virgen alimentaba a Cristo como la Iglesia alimentaba a sus fieles por una parte y, por otra, al aceptarse tanto la maternidad virginal como la alimentación del protagonista de la Redención, María se convertía en corredentora.
El grupo, muy compacto, es traído a primer plano, prescindiendo del asentamiento terrenal; aparece mostrando como único fondo el cielo, en el que un claro de nubes dibuja una especie de aureola alrededor de la cabeza de la Virgen. La obra tiene un componente emocional y afectivo intencionado y magníficamente plasmado por nuestro pintor; si el dulce e idealizado rostro de la Virgen es considerado por muchos críticos como uno de los más bellos de todas las imágenes femeninas pintadas por el Greco, su composición queda plenamente trabada en lo emocional y lo artístico gracias al delicado juego de manos, que queda inscrito en un imaginario triángulo. Un vértice lo constituiría la mano vertical de Santa Ana que acaricia suavemente la cabeza del Niño, antes de llegar al otro vértice; el lado de ese triángulo se refuerza con la mano de la Virgen que, en una acción doble, se sujeta el seno en el que Jesús está saciando su apetito y guarda los dedos de éste entre su índice y corazón, estableciendo una mayor comunicación entre Madre e Hijo, entre Corredentora y Salvador; el lado del triángulo terminaría en mano de San José, que contempla la escena por encima del hombro de María. De esa mano, en una diagonal, saldría otro de los lados del triángulo para ir a cerrarse en el pie del Niño sostenido por la mano izquierda de San José, otro de los vértices. De éste, en otra diagonal constituida por la pierna flexionada de Jesús al primer vértice, aparece la mano acariciadora de Santa Ana.

Con respecto a la paleta de colores empleados en la composición, el rojo del manto de la Virgen adquiere un especial protagonismo; lo utiliza compositivamente para fijar la atención del espectador, convirtiéndolo en un foco de luz del que emana una rica luminosidad, quizá, símbolo de vida y amor. Con el amarillo del manto de San José y del paño que cubre la desnudez del niño, consigue la modulación de los cuerpos a la vez que les imprime movimiento. El hecho de que esta obra no haya salido nunca de las colecciones españolas, ha impedido su reentelado, por lo que la superficie presenta en conjunto una conservación exquisita que permite apreciar el virtuosismo del maestro.La elección de esta obra es el pretexto para abordar el tema de la lactancia materna considerada como el mejor alimento que una madre puede ofrecer a su hijo recién nacido. No solo considerando su composición sino también en el aspecto emocional ya que el vínculo afectivo que se establece entre una madre y su bebé amamantado constituye una experiencia especial, singular e intensa. Existen sólidas bases científicas que demuestran que la lactancia materna es beneficiosa para el niño, para la madre y para la sociedad, en todos los países del mundo. Es un alimento ecológico puesto que no necesita fabricarse, envasarse ni transportarse con lo que se ahorra energía y se evita la contaminación del medio ambiente. Y también es económica para la familia, que puede llegar a ahorrar cerca de 1500 euros en alimentación en un año. Además, debido a la menor incidencia de enfermedades, los niños amamantados ocasionan menos gasto a sus familias y a la sociedad en medicamentos y utilización de Servicios Sanitarios y originan menos pérdidas por absentismo laboral de sus padres. Por todas estas razones y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría recomienda la alimentación exclusiva al pecho durante los primeros 6 meses de la vida del niño y continuar el amamantamiento, junto con las comidas complementarias adecuadas, hasta los dos años de edad o más.
La lactancia materna tiene numerosas ventajas tanto para el niño como para la madre. Entre las ventajas que aporta al bebé, podemos destacar la mejor digestibilidad, la reducción del riesgo de infecciones y de alergias y la prevención de enfermedades en el adulto, como la obesidad y la hipertensión arterial. Favorece el desarrollo visual, neurológico e intelectual gracias a la presencia de ácidos grasos de cadena larga. Tiene un papel protector frente a ciertas enfermedades como la muerte súbita del lactante, la enterocolitis necrotizante, la enfermedad inflamatoria intestinal y el linfoma. En la madre, ayuda a la involución uterina, disminuye las hemorragias posparto y retrasa la ovulación, sobre todo si se mantienen las tomas nocturnas. Aunque no es un método anticonceptivo eficaz, si ayuda a espaciar las gestaciones, lo que tiene su importancia en los países subdesarrollados. Reduce el riesgo de cáncer de mama y el cáncer de ovario.
En la práctica, son muy pocas las situaciones que contraindican la lactancia. Ante cualquier situación que pueda plantear dudas, siempre se debe realizar una valoración individualizada, considerando los grandes beneficios de la alimentación con la leche materna frente a los posibles riesgos. Tanto el virus de sida (VIH) como el virus de la leucemia humana de células T tipo I (HTLV-I) se transmiten a través de la leche materna y contraindican la alimentación a pecho, siempre y cuando se disponga de los sustitutos adecuados. En el caso del SIDA, la situación es distinta en los países en vías de desarrollo, en los que las enfermedades infecciosas y la malnutrición constituyen las principales causas de muerte en la infancia. Por este motivo, la OMS recomienda que en dichos países las madres infectadas con VIH mantengan la alimentación al pecho, ya que sus beneficios superan el riesgo de transmitir el virus y esta contraindicación es discutible en los países subdesarrollados.
La lactancia materna esta contraindicada en los niños afectados de galactosemia. En la fenilcetonuria, es posible una lactancia materna parcial con controles periódicos de los niveles de fenilalanina, dado que la leche materna contiene concentraciones bajas de este aminoácido.
Pocos fármacos contraindican la lactancia materna. Si una madre necesita medicación, se debe buscar un fármaco adecuado para el tratamiento de la madre y que sea compatible con la lactancia. Contraindican la lactancia el tratamiento con agentes quimioterápicos o antimetabolitos y la administración de isótopos radioactivos, con fines diagnósticos o terapéuticos. El consumo de heroína, cocaína, anfetamina y marihuana son incompatibles con la lactancia materna por sus efectos adversos en el niño.
Por último, como constatación de todo lo que se está argumentando, conviene recordar que la OMS y UNICEF en el año 1989, hicieron una declaración conjunta con el fin de fomentar la lactancia materna titulada “Protección, promoción y apoyo de la lactancia natural. La función de los servicios de maternidad”. Esta declaración consistió en el desarrollo de un decálogo que sería el pilar básico de la futura Iniciativa Hospital Amigo de los Niños (IHAN).
En el mismo año, las Naciones Unidas adoptaron la Convención sobre los Derechos de la Infancia. El apartado “e” del articulo 24, hace referencia expresa a la necesidad de asegurar que todos los sectores de la sociedad y, en particular, los padres y los niños, conozcan las ventajas de la lactancia materna y reciban apoyo para la aplicación de esos conocimientos.
En 1990 en el Ospedalle degli Innocenti, antiguo orfanato de la ciudad de Florencia, se celebró una cumbre mundial con el lema “La lactancia materna en el decenio de 1990: una iniciativa a nivel mundial”, a la que asistieron representantes de 30 países que respaldaban la Convención sobre los Derechos de la Infancia y firmaron una declaración de compromiso.
La Declaración de Innocenti, que serviría de referencia para la promoción de la lactancia materna durante muchos años, proponía considerar a la década de los noventa como la década de la lactancia y fijaba metas concretas a cumplir antes de 1995.
La semana mundial de la lactancia materna, instaurada oficialmente por OMS / UNICEF en 1992 es, actualmente, el movimiento social más extendido en defensa de la lactancia materna. Se celebra en más de 120 países, del 1 al 7 de agosto, aniversario de la Declaración de Innocenti, firmada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en agosto de 1990, sobre la protección, el fomento y el apoyo de la lactancia materna.

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