La obra representa el éxtasis o transverberación de Santa
Teresa basado en sus propios escritos.. Según ellos, en un
arrebato místico, sintió cómo un ángel se le aparecía en sueños y le atravesaba
el pecho con una flecha de amor divino que le provocó una sensación de dolor y
gozo simultáneo que la dejó desfallecida y suspendida en el aire, levitando
sobre las nubes.
El tema es recurrente en el Barroco, tanto por su idea
propagandística y visual de la emociones religiosas, como por su actualidad,
pues Santa Teresa había sido canonizada en 1622 (en este tiempo la Iglesia,
adoptando una postura triunfante, prodiga las canonizaciones).
Bernini, como otros autores, se hace eco del hecho y, utilizando la propia bula,
crea una nueva iconografía en donde buscará transmitir, de forma emocional, el
concepto abstracto del éxtasis para hacerlo entendible para el pueblo.
La obra supera propiamente lo escultórico para
convertirse en un verdadero escenario en donde se mezcla arquitectura,
escultura, pintura con la luz. La capilla, de forma cuadrada, tiene en sus dos
paredes laterales sendos relieves que representan a miembros de la familia Cornaro. La familia se representa asomándose
a una especie de palco teatral desde el cual observan el milagro.
Al fondo se encuentra el grupo principal, encerrado en un
altar de formas curvilíneas. Sobre él se encuentra, pintado y con nubes de
estuco, una representación de la Gloria en la que se abre un gran ventanal que
derrama luz cenital sobre la capilla. El espectador entra, de esta manera,
dentro de la obra, y es rodeado e incluido en ella, tomando de esta manera un papel activo.
El material
de la escultura es mármol tallado con postizos (varas de madera dorada).
En lo que se refiere al grupo central, el autor
consigue transmitirle un fuerte dinamismo a través del cruce de diagonales,
formando un aspa. Se puede observar la línea imaginaria que va desde la cabeza
del ángel hasta el pie de la santa, cruzándose con otra generada por el cuerpo
recostado de Santa Teresa. Globalmente resulta un grupo abierto en el que el
movimiento del ropaje contribuye a transmitir la agitación del momento,
acentuada, además, por la sensación de inestabilidad provocada por la falta de
apoyo de los personajes, suspendidos en el aire
Además de todo lo ya dicho, es importante comprobar la
sensación de movimiento que genera la actitud del ángel que, con su flecha,
mirada, y el gesto de levantar el ropaje, nos lleva en la dirección de la
acción, hacia el cuerpo de la santa.
El modelado, como era habitual en Bernini, juega un importante papel en la escultura,
siendo la luz controlada. Dirigida desde la zona superior (luz cenital), se
derrama y envuelve toda la escena, creando un verdadera sensación de aparición
milagrosa al espectador. En función suya se colocan los rayos de madera dorada
que acentúan lo anterior, sirviendo, además, como simbolismo de lo divino
Por otra parte, esta luz incide y resalta la superficie
sumamente quebrada de paños y nubes, salpicando la composición de zonas de
sombras que contrastan con otras de intensa vibración lumínica. Su relación
crea un intenso pictoricismo que huye de lo volumétrico a favor de aspectos
visuales.
Bernini consigue en esta obra llegar a un
verdadero virtuosismo a la hora de tratar las distintas superficies esculpidas,
dándonos un verdadero muestrario de texturas, blandas en las carnes, duras y
lisas en los ropajes de la santa, sutiles y pegadas al cuerpo en los del ángel,
rugosas en las nubes... Esta diferenciación de texturas la realiza a través de
un mayor o menor pulido de las superficies, lo cual influye en el
comportamiento que tendrá el material frente a la luz, absorbiéndola en sus
irregularidades (nubes) o haciéndola rebotar en las zonas más acabadas (carne).
De esta manera el material se vuelve dúctil, llevando la técnica de su admirado Miguel Ángel hasta un punto de difícil
superación..
La fuerte expresividad de los paños flotantes de
la santa consiguen comunicar de forma plástica la turbación y agitación del
momento, haciendo desaparecer bajo ellos el cuerpo, como si su corporeidad, en
este momento cumbre, se deshiciera en un puro temblor
En contraste con su fuerte expresividad, el
ángel, su mirada y gestos suaves, sus paños de pliegues finos, ofrecen el
conveniente contrapunto de serenidad que acentúa, aún más, el estado de la
santa..
Por una parte, rompe con la tradicional
separación de las artes, utilizando y entremezclando distintas técnicas (pintura,
escultura, arquitectura, iluminación) con el objetivo de crear, más que una
obra aislada, un verdadero ambiente en donde sumergir al fiel, como si se
tratara de un teatro.
Por último, y en relación con lo anterior, la
propia elección del tema y el momento representado son sumamente
significativas. El éxtasis y otros estados de tensión y cambio
son bastante frecuentes en su obra, como puede observarse en una de sus últimas
producciones, la escultura de la beata
Albertona. En todos ellos busca la representación del momento de mayor
tensión en donde los conflictos se encuentran en plena efervescencia. Esta
instantaneidad le permite forzar al máximo la expresividad y dotar a sus
esculturas de unas emociones llevadas al límite.
Su influencia será definitiva en toda la
escultura posterior, tanto barroca (aunque en España entrará tardíamente, hacia
finales del XVII) como neoclásica, Cánova o de Rodin. Muchas de sus
características serán, incluso, recogidas por la pintura, como el caso de
Rubens.
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