Pintor catalán de temas históricos y obras
de género muy considerado en España durante su vida. Nacido en Reus inició su
aprendizaje en el taller de Domingo
Soberano, en su ciudad natal y estudió durante cuatro años en la Escuela de
Bellas Artes de Barcelona con Claudio
Lorenzale.
Gracias a una beca concedida por la
Diputación provincial acudió a Roma para ampliar sus estudios y ganó el gran
premio de Roma en 1858, lo que le brindó la oportunidad de proseguir sus
estudios. En 1860 la Diputación de Barcelona le encargó pintar las obras que
conmemoraran los hechos más importantes de la campaña de España en Marruecos.
Para ello viajó a este país, donde recogió numerosas escenas costumbristas, que
marcaron posteriormente su estilo, caracterizado por el preciosismo y la
luminosidad (buen ejemplo de esta etapa es Marroquíes,(1872)
en el Museo del Prado de Madrid y La
Odalisca, (1861), Museo de Arte Moderno de Barcelona).
Las obras más famosas de este periodo son La batalla de Tetuán, (1843) (Museo de
Arte Moderno, Barcelona), pintura histórica de grandes dimensiones y llena de
dinamismo y La batalla de Wad-Ras, (1860)
(Museo del Prado).
Más tarde, Fortuny se trasladó a Roma,
donde permaneció gran parte de su carrera artística, y comenzó a especializarse
en obras de género realizadas en ricos colores al óleo o en aguafuertes de
excelente ejecución.
Una relación larga y fructífera con el
marchante de París, Goupil, le procuró el acceso al gran mercado internacional
al igual que una considerable fortuna. El estallido de la Guerra
Franco-prusiana (1870) le hizo abandonar la capital italiana y se instaló en
Granada, volvió a Roma, donde falleció poco después, en medio de una conmoción
internacional.
Fortuny ejerció una gran influencia sobre
sus contemporáneos en Italia y España. Aunque rechaza la pintura de historia,
sí busca un mundo retrospectivo pasado, en el que es frecuente el uso de
pelucas y vestidos dieciochescos que el pintor francés Jean Louis Meissonier puso
de moda en Francia. Sus obras rechazan las historias grandilocuentes y opta por
temas sin trascendencia, tratados desde cierta perspectiva humorística, donde
predomina un estilo preciosista propio del miniaturismo, marcado por la
brillantez de la luz y del color. Obras representativas de este estilo son La vicaría y El coleccionista de estampas (ambas de la década de 1870, Museo de
Arte Moderno de Barcelona). Otras obras destacadas son Fantasía sobre Fausto (1875), Idilio
(1868), Desnudo en la playa de Portici
(1874) y Viejo desnudo al sol, todas ellas en el Museo del Prado.
Al anciano lo sitúa en primer plano, recortando
su figura ante un fondo oscuro así consigue acentuar los contrastes, bañado por
un potente foco de luz solar con el que el hombre se siente feliz, disfrutando
del momento como se aprecia en su rostro, muy expresivo. En el torso y los
brazos se aprecia el paso de los años, acentuando de esa manera el naturalismo
de la figura. Las pinceladas empleadas por el artista son rápidas y certeras,
sin renunciar a algunos detalles, especialmente en el rostro, donde el anciano
nos transmite su espíritu como si de un retrato se tratara. Con estos trabajos,
Fortuny se anticipa a la pintura de Sorolla.
La obra como es habitual en las pinturas Fortuny,
muestra diferentes grados de acabado en su superficie. La parte inferior, está
tan solo esbozada mientras que la cabeza del modelo, en la parte superior,
muestra un trabajo más profundo de extraordinaria naturalidad, favorecido por
el estudio de la luz que ofrece zonas contrastadas de claros y sombras.
VIEJO DESNUDO AL SOL |
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